FRANQUEZAS... La magia de Conesa
Hay una película maravillosa “Jezabel”, coetánea a “Lo que viento se llevó”, que además cuenta con muchos paralelismos en cuanto a argumento y heroína. En este filme la estrella es Bette Davis, reina absoluta del temperamento que contó una vez más con la no menos tempestuosa voz de Matilde Conesa en su doblaje más recordado de 1973. Nombro esta película porque tiene una escena mágica:
Ella se empeña, desoyendo a todo el mundo, en llevar un vestido rojo en la puesta de largo de las jóvenes de su edad, que siempre van de riguroso y virginal blanco. Al principio lo hace por fastidiar al pobre Henry Fonda que tiene que lidiar con ella, luego se arrepiente, pero él entonces la obliga a llevarlo. La escena en la que ella hace su aparición en la fiesta y todo el mundo la mira y critica, el escándalo que supone que aparezca así vestida y la cara rígida y aterrada de Davis es absolutamente sobrecogedora... Lo más impresionante de la escena es que la película es en blanco y negro, pero el espectador ve el vestido más rojo que ha visto nunca en pantalla.
De la misma manera, el espectador sabe que Bette Davis no era española, que seguramente no sabría decir en castellano ni “Hola”, pero todos creemos que esa maravillosa voz sale de ese menudo y fiero cuerpo. Es tal la mímesis de Conesa con Davis que, en mi opinión, le pega más su voz doblada que su propia voz, ya que en realidad su tono es más dulce y aniñado que lo parece mirando a esos apasionados ojos.
Que un vestido gris parezca rojo y que Bette Davis hable español de una manera tan orgánica es magia, la magia del cine, del doblaje y de Conesa.
De la misma manera, el espectador sabe que Bette Davis no era española, que seguramente no sabría decir en castellano ni “Hola”, pero todos creemos que esa maravillosa voz sale de ese menudo y fiero cuerpo. Es tal la mímesis de Conesa con Davis que, en mi opinión, le pega más su voz doblada que su propia voz, ya que en realidad su tono es más dulce y aniñado que lo parece mirando a esos apasionados ojos.
Que un vestido gris parezca rojo y que Bette Davis hable español de una manera tan orgánica es magia, la magia del cine, del doblaje y de Conesa.
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