FRANQUEZAS... Desayuno con Rosa Guiñón
Si tuviera que elegir una sola película favorita me volvería loco, me saldría humo de las orejas y entraría en cortocircuito. Podría elegir 10 o como poco 5. Pero desde luego “Desayuno con Diamantes” siempre sería una de ellas. La vi por primera vez cuando tenía 10 años de madrugada en la tele (mis padres están divorciados y gocé de una libertad horaria poco habitual) Desde entonces la he visto un millón de veces, cada vez que la emiten, con cada pareja, con cada amigo, cada otoño… Es una película para mí perfecta, por su guión, sus interpretaciones, su estética, su música y su doblaje. Se dice que los ojos son el espejo del alma, pero yo creo que también puede ser la voz, y Rosa Guiñón desde luego que capturó el alma de Audrey Hepburn… no hay más que escucharla en los innumerables planos de las miradas Audrey.
Con permiso de María del Puy en “Dos en la carretera” (que también esta soberbia) Rosa supo darle como nadie al personaje de Audrey la humanidad, el glamour, la libertad y la fragilidad que la define. Es un personaje muy complicado, a veces parece una loca excéntrica, otras una fulana, a veces una niña indefensa y otras, como ella misma se autodenomina, un ser salvaje. Rosa Guiñon supo leer en cada gesto, cada mirada y en cada situación todas las aristas de este personaje y hacerlo humano, creíble y entrañable, ese atractivo que ha hecho de Holly un icono y uno de los personajes femeninos más imitados. Manuel Cano da la réplica perfecta a una Guiñon tan grande que se apodera de Audrey de forma que me cuesta creer que esa no sea su voz real. Al margen del vestuario de Ginvenchy, la música de Mancini y las joyas de Tiffany, la voz de Rosa Guiñón para mí es uno de los estandartes que definen a este icónico personaje e incluso a la propia Audrey.
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