FRANQUEZAS... Mi primera vez

No sé muy bien la media de edad de los lectores de este blog, pero creo que muchos recordarán el CinExin. Para los que les suene a medicamento, les aclararé que era un sencillo proyector azul para niños, con una manivela roja, que proyectaba películas de 2 minutos sobre las paredes de gotele y papel pintado de los 80. En su momento era un lujo tan ansiado como el Iphone4 o un Cartier. Para un niño como yo, hijo único, adicto a la televisión y que iba todos los domingos al cine con mi tía Conchi, era el regalo perfecto. Me lo regalaron cuando tenía 6 años en Navidades, aún recuerdo la ansiedad y la emoción destrozando el horroroso papel de Galerias Preciados. Durante la primera semana estuve maravillado sólo con el avance tecnológico de la manivela hacia adelante y hacia atrás, viendo una y otra vez la película de “Los Pitufos” que venia con el CinExin. Tenía que proyectarlo en el dormitorio de mis padres, sobre una pared blanca, ya que mi cuarto estaba decorado con un detestable papel estampado de payasos y elefante azules que incitaba al asesinato en masa (todavía tengo fobia a los payasos y a los elefantes azules).

Y una tarde ocurrió el milagro... Me sabía de memoria todas las bocas y balbuceos de a película y decidí inventarme un guión y una historia para aquella peliculita sorda. Le pedí a mi santa y paciente madre que me ayudara a escribirlo, incluso se me ocurrió grabarlo en mi radiocasete con micro de Fisher Price (otra avance tecnológico de los 80) pero mi malvado primo Carlos me lo había roto tirándolo al suelo (monstruo carente de sensibilidad y sentido artístico)

Esa mágica noche de Enero hice mi primer doblaje cuando mi padre volvió de trabajar. Doblé todas las voces de la película mientras mi madre hacía de proyeccionista. Todavía recuerdo el aplauso y los abrazos de mis padres, la satisfacción de hacer algo personal y único y el inconsciente orgullo de hacer algo creativo.

Han pasado 25 años desde aquella noche y todavía aquellas sensaciones golpean mis sienes cada vez que me acerco a un atril...